12 de abril de 2012

Montículos carbonatados y megafauna excavadora

La primera excursión que hemos realizado con ROV en la cresta de los diapiros margosos que constituyen la Dorsal Diapírica de Guadalquivir (ver DIARIO DE CAMPAÑA), nos ha permitido identificar algunos habitats cuya existencia sospechábamos y que ahora podemos confirmar. Se trata de dos habitats en riesgo, así catalogados por OSPAR, y que se encuentran en un lugar donde las actividades de la flota pesquera están haciendo peligrar su conservación. Se trata de los montículos carbonatados constituidos por edificaciones levantadas por antiguos arrecifes de Madrepora oculata, mayoritariamente muerta, sobre los que se asientan  extensas comunidades de pennatulaceos. Este habitat singular se encuentra sobre la cumbre del relieve llamado Cristobal Colón, de naturaleza diapírica (margas azules del Mioceno), formando colinas dispersas de diversos tamaños y variadas formas, predominando las de carácter cónico cuya cumbre se alza a unos 15 metros por encima del nivel basal establecido por la superficie del diapiro.  El relieve principal al que  hemos prestado más atención le hemos llamado Isabel de Castilla, en honor a la Reina que patrocinó la aventura de Cristobal Colón. Las marcas dejadas por las artes de arrastre ponen de manifiesto el uso  intensivo que se le está dando a este espacio submarino que se ha revelado como una auténtica joya de la Naturaleza.
Afloramiento de un fragmento de la Dorsal Diapírica del Guadalquivir en el que se han localizado diversos monticulos carbonatados poblados por pennatulaceos.
El segundo habitat en riesgo se situa al pie de la vertiente meridional de Isabel de Castilla, ocupando el surco que, a modo de valle submarino, se ha excavado en el relieve diapírico. El paisaje submarino es verdaderamente espectacular. A este relieve le hemos llamado Valle del Rey Fernando. El fondo del valle está recubierto por sedimentos finos (fango arenoso) en los que han excavado numerosos nichos los crustáceos decápodos del género Goneplax. Esta alta concentración de nichos nos ha llamado poderosamente la atención ya que se disponen de manera abigarrada por toda la superficie del valle ofreciendo un paisaje espectacular. 
El robot LIROPUS regresa a bordo después de su primera inmersión sobre la Dorsal de Guadalquivir eb el Golfo de Cádiz
La prospección continua ofreciendo resultados insólitos. La eficiencia que demuestran tener los robots submarinos que estamos empleando (LIROPUS y APHIA) para el reconocimiento de los habitats de fondo y de la singularidad de las especies que los habitan, es verdederamente paradigmática. Estamos seguros de que nos aguardan muchas sorpresas más, y aún más excitantes, en el fondo del mar del Golfo de Cádiz. Si el tiempo lo permite y la tecnología no falla, seguiremos espiando la actividad de los ecosistemas marinos profundos durante los próximos seis días, tiempo suficiente como para que podamos realizar una valoración muy atinada de la biodiversidad de la zona y de la singularidad del hábitat 1180 que nos ha sido encomendada.

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