¿Cuantas especies sesiles tienen que desaparecer por cada kilo de cigalas que nos comemos?

Huellas dejadas por las artes de arrastre de fondo

Esta es una pregunta terrible que nos hacemos los científicos que trabajamos en el Proyecto INDEMARES/Chimeneas de Cádiz, cada vez que analizamos las imágenes de video y fotografía que hemos realizado en los caladeros de pesca de arrastre de fondo. La dantesca visión que ofrecen los fondos marinos de los caladeros de pesca del Golfo de Cádiz nos ponen los pelos de punta. La superficie del fondo aparece completamente arada por el efecto que producen las artes de pesca cuando penetran en los depósitos sedimentarios. Las especies que son objeto de interés por su cotización en el mercado, principalmente la cigala, se esconden en el interior de los sedimentos excavando sus nichos donde pasan la mayor parte de su vida. Las redes de arrastre les obligan a salir a la superfice destruyendo los nichos y arrasando a su paso con toda la fauna sesil que vive fija al suelo marino. El resultado es la formación de un fondo yermo.

Pennatulaceos

Uno de los grupos faunísticos que más ha sufrido esta devastación es la de los Pennatuláceos. No es menor la situación en la que se encuentran los poríferos y algunos cnidarios que viven fijos al fondo marino. La inmovilidad que les impone su forma de vida les hace particularmente vulnerables a las artes de pesca de arrastre. Su único pecado es cohabitar con las especies comerciales. Permanecen inmóviles cuando ven acercarse la terrible guillotina que ha de segarles la vida sin darles posibilidad alguna de huir. Van sucumbiendo uno a uno, arrastre tras arrastre, día tras día y año tras año sin que cese la actividad destructiva sobre el fondo marino. El precio que pagan, como víctimas de este desastre, es el de ser arrojados a la basura, ya que no entran en la cadena alimenticia del ser humano. Sin embargo, si que lo hacen en la de varias especies de peces e invertebrados que se ven privados del alimento necesario para sobrevivir y mantener así el equilibrio ecosistémico que soporta parte de la red trófica marina.

Así pues, no podemos ocultar por más tiempo este drama que sufre el fondo marino y que va en detrimento de la propia pesquería. Urge tomar decisiones que protejan las especies marinas, garantizando la sostenibilidad de los recursos vivos marinos. No se trata de prohibir la pesca, pero sí la de arrastre de fondo, contemplando la alternativa que ofrece el uso de artes de pesca menos intrusivos y más selectivos. No es coherente la actual gestión de la pesca con el conocimiento cientifico que se posee sobre los efectos nocivos que la actividad causa. A la pregunta que nos plantea el título, la respuesta es sencilla: todas, mientras la situación no cambie. La desgracia que tiene el fondo marino es que nadie lo ve.